Carlos Mesa
En 1886 Verdaguer peregrinó a Tierra Santa y aprovechó para hacer un balance de sus cuarenta años de vida. Extremadamente descontento y percibiendo en su personalidad rasgos de egoísmo y vanidad, imprimió un giro a su vida. Quiso alcanzar la humildad y la pobreza evangélica que caracterizan el estado de santidad e hizo de San Francisco de Asís un modelo de vida.
El sacerdote Joan Güell, familiar y confidente de Verdaguer fue un día a visitarlo en su habitación del Palacio Moya, propiedad de Antonio López, marqués de Comillas, en donde el poeta efectuaba tareas de limosnero y capellán. El padre Güell se sorprendió cuando Verdaguer le presentó a otro sacerdote alto, de algo más de cincuenta años y mirada alucinada, tal como lo describió luego. Era el padre Joaquín Piñol.
Piñol era discípulo del místico carmelita Francisco Palau Quer, hoy santificado, que creó en Barcelona una «Escuela de Virtud» y practicó exorcismos a principios del siglo XIX. Ambos inaguraron la llamada «Casa de Oración» en el número 7 de la céntrica calle Mirallers, en un edificio que todavía hoy existe. Pronto, lo que debía ser un lugar de recogimiento devoto para un grupo de católicos, se convirtió en un centro de exorcismos, donde diariamente Piñol luchaba contra el diablo.
En cierta ocasión el Padre Piñol estaba exorcizando infructuosamente a una mujer y el diablo, que hablaba por su boca, le dijo : «No me echarás jamás«. Piñol le contestó : «Pues tu me dirás quien te ha de echar«. Y el diablo contestó : «El Verdaguer, aquel si»... La anécdota es rigurosamente cierta, como cierto es que, a las pocas horas, Piñol se presentó en el domicilio de Verdaguer, diciéndose : «Le mando de parte de Dios que venga a echar al demonio». Aquel fue el primer exorcismo del poeta y, a partir de él, Verdaguer es ganado por las tesis de Piñol.
Los exorcismos se celebraran siempre en el oratorio de la calle Mirallers. El piso había sido acondicionado al efecto. Se derribó un tabique y en el centro de la gran sala resultante se situó un altar; a un lado y a otro se colocaban los enfermos, mientras que sus familiares y los devotos que acudían todas las tardes, lo hacían hacia el fondo de la sala. Hemos podido conocer detalles espeluznantes de estos exorcismos, que iremos explicando durante la Ruta Mossen Jacint Verdaguer.
Practicaron el exorcismo más famoso en la persona de una joven, María de Sarrià, de apenas 19 años, «sencilla y candorosa que rompía a blasfemar cada vez que oía el nombre de Cristo», según cuenta el padre Güell. La joven, gritaba y se convulsionaba a pesar de estar inmovilizada por los sacerdotes y sus acólitos; no había forma humana de impedir que tragara agujas, trozos de vidrio y objetos punzantes.
La historia de estos exorcismos acabó mal con un Verdaguer padeciendo tubercolis, y muriendo en la cama de su última residencia en Vil-la Joana, desde donde desaparecieron sus cuatro diarios (hasta ahora) en los que narra estos exorcismos. ¡Ven y descubre la Ruta Jacint Verdaguer!
Castellano
Entrada a Vila Joana incluida
no
Es un guía turístico excepcional. Se distingue a todas luces como profesional por su amplia documentación.